La ciencia detrás de por qué nos hacemos selfies
Posiblemente una de las mayores tendencias fotográficas de nuestro tiempo, el selfie ha transformado la autoobservación a un nivel completamente nuevo. Entonces, ¿por qué nos fascina tanto hacernos un selfie y compartirlo con los demás? ¿En qué se diferencia observar y ver una foto de ti mismo de ver una imagen de otra persona a tu alrededor?
En la vida cotidiana, pasamos mucho tiempo en situaciones sociales en las que interpretamos y miramos las expresiones faciales y los rostros de otras personas. Se sabe que leer y responder correctamente a las expresiones de los demás es una parte esencial y vital para completar una interacción social satisfactoria. A lo largo de nuestra vida acabamos convirtiéndonos en expertos en interpretar y reconocer los rostros de otras personas y sus expresiones faciales. Sin embargo, en retrospectiva tenemos muy poca experiencia en ver y estudiar nuestras propias expresiones faciales. Nuestra propia percepción de las expresiones faciales se basa en la sensación de sentir el movimiento de nuestro rostro. Como carecemos del conocimiento visual de nuestro rostro, a menudo tenemos una representación inexacta del aspecto de nuestra cara en cualquier momento del día. Las demostraciones realizadas a personas han demostrado que cuando se les muestra una imagen de su expresión y se les pide que la imiten, tienden a tener problemas para producir con precisión la misma expresión en su cara sin poder verse a sí mismas. No saber cómo somos realmente tiene un efecto fascinante sobre el aspecto exacto que creemos tener. Los estudios han descubierto que cuando se pide a la gente que elija una foto concreta que represente su aspecto entre fotos alteradas y la foto real, no pueden seleccionar correctamente y la mayoría siempre elige una versión alterada en la que parecían más atractivos. Aunque esto no es sorprendente, puesto que ya estamos sometidos a una mala representación del aspecto que creemos tener. La obsesión por el selfie puede explicarse por esto, ya que por primera vez podemos hacernos continuamente una foto a nosotros mismos hasta que somos capaces de producir imágenes de cómo creemos que debería ser nuestra percepción de nosotros mismos en nuestra vida cotidiana.